La serie Movimientos: Arte entre platos sucios

La serie Movimientos: Arte entre platos sucios

La serie Movimientos nació en un lugar inesperado, en los rincones de una cocina de un restaurante en Londres, donde el sonido del agua corriendo y el tintineo de platos me envolvían en una rutina que parecía interminable. No hay por qué mentir: nadie quiere lavar los platos sucios de otros. Es una tarea que, aunque necesaria, puede sentirse como un peso que aplasta el espíritu. Pero fue precisamente en medio de esa monotonía, con las manos sumergidas en agua jabonosa y los pensamientos vagando entre burbujas, donde mi mente comenzó a escapar, a buscar refugio en un mundo que era solo mío.

Mientras frotaba platos y cubiertos, mi imaginación se encendía, como un faro en medio de la niebla. Pintaba cuadros en mi mente, trazaba líneas invisibles que daban forma a un nuevo mundo, uno que se construía a partir de mis deseos y anhelos más profundos. Era mi forma de resistir, de sobrevivir a una realidad que sentía como una prisión. En esos momentos, la pintura no era solo una actividad; era un acto de rebelión, una forma de movilizar la energía atrapada en mí, de canalizarla hacia algo que pudiera devolverme la libertad perdida. Así, mientras realizaba un trabajo que me hacía sentir como una esclava, creaba un universo victorioso, un mundo en el que yo tenía el control.

   

Algunos podrían decir que lo que hice fue simple escapismo, y no lo niego. Escapar fue tan necesario como placentero, una válvula de escape que me permitió seguir adelante. Pero no fue solo una huida, fue también un camino hacia la transformación. Día tras día, mientras mis manos lavaban lo sucio, mi mente se liberaba, construyendo una visión que se hacía más real con cada pensamiento. Y, al final, lo logré. Conseguí cambiar de trabajo, reordenar mis tiempos, y así pude dedicarme a lo que verdaderamente me llenaba: la creación.

Comencé a pintar por las mañanas, y trabajaba por la tarde y la noche. Mi vida se convirtió en un continuo movimiento, sin pausas, sin detener la marcha. Y fue en ese frenesí donde la serie Movimientos comenzó a tomar forma, a vibrar en el lienzo, reflejando el constante fluir de energías que había sentido durante tanto tiempo. Las obras que surgieron eran huellas de pensamientos sumergidos en el agua, gestos de libertad nacidos en medio del chorro que lavaba todo lo sucio. Cada pincelada era como una terapia, un acto de purificación, donde no solo limpiaba platos, sino también mi alma.

                         

La pintura me permitió encontrar la libertad en medio de una realidad no deseada. Fue mi salvavidas, la cuerda que me sacó de la oscuridad. Cada cuadro que pintaba en mi mente mientras lavaba platos tenía la intención de ser mucho más que una simple imagen; eran manifestaciones de mi necesidad de transformación. Aunque pasarlos del plano mental a la materia no ha sido un proceso completamente efectivo, sigo trabajando en ello. Hay mucho que afinar en cuanto a técnica, mucho por explorar para poder reflejar fielmente aquellos cuadros que se dibujaron en mi mente.

Pero sé que todavía hay tiempo. El camino está lleno de movimientos, de cambios, de flujos que no se detienen. Y yo seguiré experimentando, seguiré danzando al ritmo de mi propio ser, plasmando en cada lienzo esas realidades que una vez fueron solo un susurro en mi mente. La serie Movimientos sigue siendo mi guía, mi compañera en este viaje interminable de autodescubrimiento. Y mientras haya movimiento, mientras haya vida, seguiré pintando, seguiré creando, porque en cada trazo, en cada color, encuentro un paso más hacia la libertad.

                           

Así, La serie Movimientos no es solo una serie de obras; es un testimonio de mi resistencia, de mi capacidad para transformar lo mundano en algo sublime, lo rutinario en algo trascendental. Es el reflejo de un proceso de sanación, de purificación, donde lo que era una tarea tediosa se convirtió en una puerta hacia el mundo interior. Cada cuadro es una manifestación de ese anhelo de libertad, de ese deseo de plasmar en la materia lo que el espíritu, en su infinita creatividad, ha soñado. Y mientras continúe el movimiento, mientras la danza no se detenga, seguiré explorando, seguiré creando, porque en el arte encuentro la vida, la libertad, y la verdadera expresión de mi ser.

Enriqueta Ahrensburg

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