Juana de Monch
El arte se convirtió en mi camino, una senda que me llevó a sumergirme en colores, formas, y emociones que reflejaban la realidad externa. Sin embargo, mientras pintaba, sentía que algo más profundo, más oculto, latía dentro de mí, algo que el arte por sí solo no podía expresar ni revelar. Sabía que más allá de las pinceladas y los lienzos, existía un universo velado, un vasto mar de símbolos y enigmas que esperaban ser descubiertos.
El arte, en su belleza, comenzó a parecerme insuficiente para desentrañar los misterios que se desplegaban en mi interior y que, de alguna manera, resonaban con los secretos del cosmos. Fue entonces cuando comprendí que para conocer verdaderamente el universo, debía primero conocerme a mí misma. Este impulso me llevó a emprender un viaje hacia lo desconocido, hacia las profundidades de la sabiduría ancestral, explorando tradiciones espirituales, astros, alquimia, tarot, mitología y todos aquellos reinos que, aunque ocultos, iluminan la vida con su presencia sutil de lo simbolico.
De este viaje interior, nació Juana de Monch, un nombre que elegí no solo como un manto de anonimato, sino como un símbolo de mi conexión con las grandes mujeres que, a lo largo de la historia, desafiaron las convenciones y se adentraron en los misterios. Juana de Arco, Sor Juana Inés de la Cruz, Juana la Loca, y la Papisa Juana, todas ellas, figuras que en su tiempo rompieron moldes, desafiaron límites, y buscaron más allá de lo evidente. Cada una, en su lucha y su pasión, se convirtió en una guía para mí, un faro en mi propia búsqueda de la verdad.
Monch, un apellido que proviene de mi linaje paterno y que significa "monje" en alemán, fue la pieza final en este símbolo. Monje, el buscador de lo divino, el que se retira del mundo para encontrar la verdad en su interior, resonó profundamente con mi propio camino. Al unirme a estas mujeres legendarias bajo el nombre de Juana, y al adoptar el apellido Monch, tracé un puente entre lo ancestral y lo divino, entre la herencia de mis ancestros y mi propio viaje espiritual.
Juana de Monch se convirtió en mi alter ego, la expresión de un universo interior que, durante mucho tiempo, permaneció escondido en cuadernos, dibujos y reflexiones personales. Estos diarios visuales, repletos de símbolos y significados profundos, eran mi manera de entender lo que las palabras no podían capturar. A través de ellos, me conectaba con lo arcano, con los secretos del universo que se revelaban en sueños, en meditaciones, en estudios sobre la alquimia, la astrología, la mitología, y otros caminos de sabiduría.
El acto de exponer este mundo interior al exterior, de compartirlo con otros, no fue una decisión fácil. Durante años, todo esto estuvo guardado en baúles, en cajas que escondían mis investigaciones y descubrimientos. Pero llegó un momento en que sentí la necesidad de sacar a la luz todo ese conocimiento, de mostrar al mundo lo que había estado creando en silencio. Sin embargo, lo hice bajo el nombre de Juana de Monch, con la intención de mantener mi identidad oculta, para proteger ese espacio sagrado que había construido.
Pero el velo de anonimato se levantó, y al final, me vi obligada a reconciliarme con mi identidad pública y privada. Así, Juana de Monch, lejos de desaparecer, se convirtió en un portal, en un puente que conecta mi mundo interior con el exterior. Decidí, entonces, presentarla como una extensión de mi ser, una manifestación de Enriqueta Ahrensburg que explora y comparte la sabiduría oculta.
El nombre de Juana, etimológicamente ligado a la fidelidad a lo divino, y Monch, que evoca la búsqueda espiritual, juntos forman "Juana hija del Monje", una identidad que honra tanto a la divinidad como a mis ancestros. Este nombre no es solo un seudónimo, sino un símbolo profundo de mi camino: una constante exploración de lo sagrado, una búsqueda incesante de los misterios que trascienden lo concreto y lo visible.
Así, mi vida se ha convertido en un viaje eterno hacia lo desconocido, una búsqueda que no tiene fin, pues cuanto más profundo es el conocimiento, más vasto se revela el misterio. Mi arte, mis escritos, mis reflexiones, y mis dibujos son herramientas para explorar este universo laberíntico en el que habitamos, un medio para descubrir y entender la verdad que, aunque oculta, resuena en cada rincón del cosmos y de nuestra propia alma.
Juana de Monch es, en última instancia, una viajera entre mundos, una buscadora que camina entre lo visible y lo invisible, guiada por la sabiduría ancestral, los símbolos eternos y la conexión con lo divino. Mi búsqueda no ha terminado, y quizá nunca lo haga, pero en cada paso, en cada trazo y en cada palabra, encuentro un reflejo de esa verdad insondable que me impulsa a seguir adelante, siempre en busca de lo que se esconde más allá del velo